San Isidro, Buenos Aires | |

 

 

 

 

 

 

     
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Estrepitoso fracaso   

Mientras se siga considerando que el embarazo es el problema que hay que evitar, pero no se ponga el acento en que un adolescente es inmaduro en muchos aspectos de su vida, y que ser fértil no significa estar preparado para afrontar con responsabilidad el "ejercicio" de la genitalidad (ya que no se habla correctamente de sexualidad); mientras se siga tolerando que una persona siga teniendo registro de conducir si maneja irresponsablemente, aunque no haya matado a nadie aún; mientras se diga que la televisión y las tapas de revistas tienen demasiados contenidos nocivos para los niños, pero no se prohiba el acceso a esos mensajes, muchas cosas seguirán mal en la Argentina y el mundo.

Un adolescente -mas en los tiempos que vivimos- es irresponsable e inmaduro por la etapa de crecimiento que vive, por ende, no puede decírsele que "si va a tener relaciones sexuales..." use tal o cual método para evitar enfermedades o un embarazo. Lo correcto es decirle que lo mejor es reservar esas acciones para más adelante, cuando no sea sólo consecuencia de un impulso físico, y ese acto tenga un sentido valioso, que sume, que se asocie al amor, al respeto. (Vale destacar que la naturaleza es sabia: la mujer siente más deseo sexual cuando es más fértil, en sus días de ovulación, por lo cual no es tan difícil de entender por qué hay tantos embarazos adolescentes. Si nada frena los impulsos reproductivos... ).

En cuanto al ejemplo del automovilista el tema es similiar: Si el conductor demuestra irresponsabilidad no debe poder manejar, aunque pierda con ello el trabajo o la comodidad. ¿O acaso es mejor esperar que atropelle a alguien o se mate en una curva?. Vemos a diario cómo miles de automovilistas arriesgan su integridad, se matan y le ponen brutal final a la vida de otros, en un país que no cesa de aumentar sus índices de "accidentes" de tránsito.

Finalmente, está el tema de los contenidos televisivos y gráficos -tan al alcance de la mano- que van adormeciendo la capacidad de asombro y, al mismo tiempo, insertando y estimulando escalas de intereses generalmente contrarios al esfuerzo, a la dignidad, la decencia y el sentido de comunidad.

En Inglaterra y España los embarazos y abortos de las menores de veinte años confirman que el fácil acceso a los anticonceptivos ha ido de la mano del aumento de abortos

"El aborto se dispara" se ha convertido ya en un titular tradicional cada vez que el Ministerio de Sanidad español publica las cifras anuales. En 2006, España sobrepasó la barrera de los 100.000 abortos cometidos bajo supuesto legal (y declarados, pues las últimas investigaciones sobre abortos irregulares indican que algunas clínicas no declaran todos los que hacen). El total de 101.592 supone un aumento del 10,8% con respecto al año anterior. Como en 2006 hubo 481.102 nacimientos, resulta que más de uno de cada seis embarazos se frustra por el aborto provocado.

Entre los datos más significativos está que la tasa de abortos por 1.000 mujeres de 15 a 44 años ha subido de 5,52 en 1997 a 10,62 en 2006. La inmensa mayoría de los abortos (97,5%) se realizan en clínicas privadas. Y en el 96,98% de los casos se adujo "riesgo para la salud de la madre". Dados los mínimos mecanismos de control, este supuesto es el coladero que convierte el aborto en algo libre de facto en España, como las recientes investigaciones judiciales ponen de manifiesto.

Entre la lluvia de sombríos datos, destacan los referidos a la gente joven. Abortaron casi 40.000 menores de 25 años. Y 14.000 de ellas tenían menos de 20 años. El 12% de estas, 1.679, ya habían abortado al menos otra vez. Y estos números no dejan de aumentar a pesar del fácil acceso a la anticoncepción.

Desde que en España se introdujo la "píldora del día siguiente" el número de unidades distribuidas en hospitales y farmacias pasó de 160.000 en 2001 a 506.000 en 2005. Al mismo tiempo, el número de abortos creció un 45%, y los practicados en menores de 19 años han seguido aumentando hasta alcanzar el 13,7% del total de abortos en 2006.

Los que no plantean más remedio que la anticoncepción vuelven a repetir que falta educación sexual y que hay que facilitar el acceso a los anticonceptivos, especialmente la píldora del día siguiente. Estas propuestas demuestran que hay quien se empeña en ir, cuando otros ya están de vuelta, como Inglaterra, cuya ley del aborto data de 1967 y que tuvo 193.700 abortos en 2006.


Inglaterra reconoce el fracaso

Cada día, 20 menores de 16 años quedan embarazadas en Inglaterra y Gales. Según los datos de 2005, los últimos disponibles, el total era un 4% más que el año anterior. Casi 50.000 menores de 18 años engendran cada año. Son cifras que se conocían en términos globales, pero que un informe del Sistema Nacional de Salud desglosa y analiza ahora con sombrías conclusiones. Por primera vez, miembros del gobierno laborista reconocen oficialmente el fracaso del programa de educación sexual emprendido en 1999.

La iniciativa, en la que se han gastado 150 millones de libras (200 millones de euros), buscaba reducir los embarazos de adolescentes a la mitad en 2010. La campaña se ha basado en facilitar el acceso a la anticoncepción y a la píldora del día siguiente, incluso sin consentimiento paterno. Hasta ahora solo una enfermera en la escuela podía ofrecerlas en esas condiciones, pero el gobierno quiere ir más allá y que los menores de 16 puedan acceder a ellas también en las farmacias.

Los resultados, una vez llegados al ecuador del programa –reconoce el informe–, son desoladores. Gran Bretaña tiene el índice de embarazos de adolescentes más alto de Europa occidental: el triple que en Francia, cuatro veces el italiano o seis veces el de Holanda. Los embarazos en menores de 18 años han aumentado un 1,3% en esos cinco años. Sin embargo, puesto que hay más población adolescente ahora, el dato supone un descenso del 11% en la tasa; lo que, según ha subrayado el gobierno, es el mejor dato en dos décadas. A la vez, crece el número de estos embarazos que terminan en aborto: el 47% de los embarazos de jóvenes de 16 y 17 años, el 58% en el caso de las menores de 16 años; 5 puntos más que el año anterior en ambos casos.

Los datos muestran que "la pobreza, los índices de rupturas familiares y la religión parecen tener más efecto en la tasa de embarazos adolescentes que políticas más directas como la educación sexual o el fácil acceso a la planificación familiar", según David Paton, economista de la Nottingham University Bussiness School, citado por el DailyTelegraph (3 de Enero de 2008). Paton cree que "ahora hay una aplastante evidencia" de que las políticas del gobierno "sencillamente no son efectivas para frenar" los embarazos adolescentes.


¿Educación o sexualización?

Norman Wells, de la organización Family Education Trust, ha criticado a los diputados por "la eliminación sistemática de toda restricción que solía actuar como traba para el sexo adolescente". Anna Atkins, escritora y periodista, comentarista habitual de The Guardian, cree que el énfasis en educación sexual y anticoncepción está transmitiendo el mensaje de que el sexo en la adolescencia es inevitable: "Puede que el mensaje pretenda ser ‘cuando tengas relaciones sexuales, usa condón’, pero lo que los jóvenes oyen es solo la primera parte". La oposición conservadora considera que las políticas del gobierno son "soluciones estatalistas" y dice que "lo que necesitamos realmente es que organizaciones familiares, comunidades locales y el voluntariado trabajen juntos en estos problemas".

El debate lleva vivo un mes, después de que un grupo de diputados, periodistas y personajes célebres en el Reino Unido publicase una carta en "The Times", pidiendo mayor acceso a los anticonceptivos, y más educación sexual en las escuelas para frenar los embarazos adolescentes.

El columnista Tom Utley comentaba agudamente la iniciativa en el Daily Mail (6 de Diciembre de 2007): "¿Esperan de verdad que creamos que en la Gran Bretaña moderna los adolescentes contraen enfermedades venéreas y quedan embarazadas porque no saben la causa de estas cosas o cómo prevenirlas? ¿Nunca han estado con un adolescente británico, han abierto una revista para adolescentes o han echado un vistazo al tipo de programas que los más jóvenes ven?".

Utley recuerda que "la educación sexual es ya una parte obligatoria del currículo" entre los 11 y los 16 años en las escuelas estatales. Habla desde la experiencia personal con un hijo adolescente y la cantidad de tiempo que dedican en el horario escolar a información sexual, algunas veces, además, con pésimo gusto. Se pregunta si "no es curioso que los índices de embarazos adolescentes se hayan disparado desde que las escuelas comenzaron a dedicar días enteros a la educación sexual".



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