Las Damas Rosadas son 460 y en la localidad de San Isidro todos las conocen, sobre todo en el Hospital Central y en el Hospital Materno Infantil, donde desarrollan su desinteresada tarea.
Y por si fuera poco, atienden a 130 niños, desde los 45 días hasta los cuatro años, provenientes de 105 familias de Boulogne, Tigre, Garín y otros barrios de la zona norte, en el Jardín Maternal Nuestra Señora de los Niños. Todas pertenecen al Servicio de Voluntarias para Hospitales, que nació en 1959, bajo la inspiración de Eloisa de Casal.
Cuando caminando por el hospital, uno se cruza con una dama rosada, es inevitable, sentir una grata sensación y respeto por ella, porque estas mujeres son, como otra gente solidaria, una especie en peligro de extinción; teniendo en cuenta que hoy en día los seres humanos viven de manera bastante vertiginosa y egoísta, sin pensar que hay personas que realmente están muy mal y necesitan de una palabra de aliento o un gesto de amor.
El consejo directivo, que integra Delfina de Binello, sostiene los valores y espíritu de su fundadora: ayudar material y espiritualmente a los enfermos en hospitales y a sus familias y colaborar con el personal técnico y médico.
Sobre la invalorable tarea de este grupo, Delfina expresa: "dice una historia que a las voluntarias de los hospitales, nos denominan Damas Rosadas porque durante la guerra las mujeres que curaban a los heridos usaban delantales blancos, éstos habitualmente se manchaban con sangre y al lavarlos tomaban un color rosado; aseguran que ese es el origen del nombre de la agrupación, tomado de aquellas valerosas mujeres que ayudaban a los convalecientes. Funcionamos como un ente autónomo, con estatuto y reglamentación propios, nuestra principal finalidad es el bien del enfermo. El ámbito de actividad es el hospital, del cual somos parte, complementando el trabajo del personal hospitalario, pero no suplantándolo".
Ya han donado más de tres millones de horas de trabajo a la comunidad. Hoy participan en distintos programas, como de detección temprana de ceguera en diabetes, seguimiento de recién nacidos de alto riesgo, atención de lactarios para pacientes internados y promoción de lactancia materna, entre otros.
"Uno de los puntos al cual le damos mucha importancia -aclara la entrevistada- es el del uniforme, el mismo nos distingue del resto del personal , el delantal rosado debe constituir su mayor honor al vestirlo, porque el sólo hecho de llevarlo puesto, implica la consideración y el respeto de todos los que circulan por el hospital; otro tema fundamental es la relevancia que tiene el trabajo en equipo, nosotros nos dividimos en distintos grupos que van cumpliendo diversas labores, hay voluntarias que van rotando por los diferentes sectores si así lo desean".
Las voluntarias que están trabajando en los pisos de internación, llevan adelante distintas actividades, entre ellas, conversan y dedican todo el tiempo que sea necesario para procurarle al enfermo alivio físico y moral, estimulan la unión entre el enfermo y su familia, en forma personal, telefónica o por carta; lo ayudan en su higiene personal, a darle de comer, también distribuyen diarios, revistas, realizan compras o trámites que los internados no pueden realizar por una razón lógica, se ocupan de que la ropa y las pertenencias del internado estén en orden, proporcionan colaboración a los médicos, enfermeras y mucamas para la mejor atención del enfermo y les brindan esparcimiento y recreación a través de trabajos manuales, entre los innumerables servicios que brindan.
"Si bien nuestra función es la de apoyo de los pacientes -expresa la Dama Rosada- teóricamente tendríamos que tener una fortaleza inquebrantable, pero no es así, muchas señoras en oportunidades vienen a nuestra sala, dejan correr unas lágrimas y vuelven a subir; cuando algún enfermo que cuidamos durante varias semanas, llegamos una mañana a la habitación y ya no está, se sufre, nunca te terminas de acostumbrar. Una viene acá y brinda mucho, pero también recibe en la misma cantidad, cuando tenemos la posibilidad de solucionar algún problema, se siente algo acá adentro en el pecho, que es indescriptible, es la sensación de la tarea cumplida", concluyó emocionada la entrevistada.
-> Martha Schmidt
