[2006] - Para los veterinarios y los especialistas en comportamiento animal, un perro guardián es aquel que ha recibido adiestramiento para tener un comportamiento específico para disuadir a cualquier intruso.
En general se los suele elegir de gran tamaño y con un color predominantemente negro. Como el comportamiento de un perro al llegar a la adultez depende del factor genético y el ambiental, los entrenadores tienen en cuenta que la característica de pertenecer a una determinada raza no es garantía, porque cada individuo es diferente a otro. Un buen criador podrá darse cuenta de las características de un ejemplar si se lo pretende entrenar, y determinar, de acuerdo con la familia, qué perro es el que conviene.
En cuanto al sexo del animal, los machos son más corpulentos y, en general, más guardianes, aunque las hembras son más obedientes y ofrecen garantías para un buen aprendizaje.
Los perros guardianes presentan una elevada tendencia a defender el territorio. Además poseen un alto umbral para el ladrido, es decir que hay menos probabilidades de que ladren por cualquier motivo, y un bajo umbral para el ladrido de alerta, o sea que cualquier estímulo de un potencial riesgo los induce al ladrido y al gruñido disuasivo.
Hay especialistas que dicen que una familia no debería optar por incluir un perro adiestrado para la guardia, y que las razas rottweiler, akita, dogo, chow chow, san Bernardo, ovejero o doberman, no deberían adistrarse para la guardia, principalmente si hay niños en la casa.
Finalmente, dicen los que saben que una buena educación y un adecuado entrenamiento de obediencia desde que son cachorros, es la mejor medida para convivir con la mascota. Y que sin importar su raza pueda, ante una situación de riesgo, poner sobre aviso a la familia.