Ante las elecciones que se realizarán el domingo 18 de Mayo en la ciudad de Buenos Aires, nuevamente a los ciudadanos se nos volvió a hablar de la veda, cierto período en el que los políticos y sus partidos en puja deben llamarse a silencio y no hacer campaña, no se permiten ciertas actividades culturales ni acciones ciudadanas.
La imposición de este periodo de bloqueo, paradójicamente, no aplica para las redes sociales, lo que cada vez más gente consume. Esto se traduce en una fantochada de la política que establece reglas para, simultáneamente, encontrar la trampa.
Obligar a que un partido o alianza política deba frenar su afán de lograr algunos votos más es francamente ridículo. ¿Por qué sería lícito que se promocione 49 horas y no así 45 horas antes de iniciado el proceso comicial? ¿Por qué sería malo estar en las calles entregando panfletos diciendo que sus propuestas (si las hay...) son tales y cuáles?
¿Acaso un voto decidido una hora antes de colocar la boleta en una urna es menos auténtico, tiene menos valor?
Esto no apunta a señalar que las agrupaciones políticas sean confiables, decentes, sean integradas por hombres y mujeres inmaculados, ni cosa por el estilo. Sólo convendría ver con franqueza y honestidad si este aspecto del movimiento político debe seguir vigente.
La restricción que fija el Código Nacional Electoral se basa en la ingenua intención de asegurar un período de reflexión en el que los ciudadanos no sean presionados o manipulados. Es decir, pueden ser acosados, engañados, arriados durante meses o años,… pero durante 48 horas se supone que estarán en condiciones de evaluar candidatos y propuestas con absoluta independencia y criterio.
En este lapso de caprichoso condicionamiento no puede haber actos o acciones proselitistas, no se pueden publicar encuestas, no puede haber espectáculos, no se puede vender bebidas alcohólicas (aunque cualquiera puede tomarse toneles de vino si los compró antes de las 20:00 del día anterior), no pueden abrir sus puertas los locales de partidos políticos que se encuentren cerca de los lugares de votación, no pueden difundirse proyecciones de resultados hasta 3 horas después del cierre de los comicios.
La veda electoral -como la obligatoriedad del voto- debería eliminarse, aunque seguramente a los políticos no les interese dar ese paso hacia la limpieza y la transparencia.