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  .: RELIGIOSAS

 
Por una feliz y santa Navidad
   
La celebración de la Navidad incluye símbolos, música, gestos e intenciones que son reconocibles desde hace muchísimos años.

Pero al afán comercial hizo que tan importante y solemne recordación se viva con una alegría hueca, una "buena onda" efímera, privada de cimientos, una costumbre que, por eso mismo, es cancelable, reemplazable, cuestionable.

La Navidad es el momento del año más importante para un cristiano, habida cuenta de que recuerda y valora el nacimiento del salvador del mundo, Jesús, hijo de Dios, crecido en el vientre de su Santa Madre, en la lejana Belén.

Muchos saben esto porque se lo enseñaron en su casa, en el colegio o en la parroquia. Pero la innumerable cantidad de casas donde la estructura familiar está desmembrada, viciada, mal parida, donde papá o mamá no están y el reemplazo cambia periódicamente, donde las prioridades y la forma de vivir están muy alejadas de las enseñanzas de Dios, la Navidad verdadera es difícil de ser reconocida.

Si a eso se suma que hay millones de niños que no asisten a colegios confesionales o la familia no pisa una parroquia o concurre a misa, la comprensión y valoración de lo sucedido en Belén hace más de 2000 años, es casi un imposible.

Mientras todo esto ha venido sucediendo, aquellos que buscan destruir las bases trascendentes de la sociedad avanzaron y seguirán haciéndolo. Desde los medios de comunicación, desde el comercio, desde el Estado incluso, las acciones para descristianizar la Navidad no encuentran obstáculos. Todo lo contrario.

Dios y la Navidad verdadera no forman parte de lo cotidiano para los medios masivos de prensa, esos que nos dicen en qué tenemos que pensar, qué es disfrutar de la vida, de qué preocuparnos.

Recuperar la Navidad, la auténtica, la nuestra, la que revela el misterio, la que da sentido, la que estremece y proyecta, es misión primera de todo buen cristiano. Suponer que Dios nos dará un mundo mejor sin nuestra participación activa es no entender que Él hace el milagro cuando nosotros, tan falibles, tan escasos, tan limitados, nos ponemos en sus manos. Y hasta puede suceder que no nos evite el dolor, las malas noticias, pero con Él todo es soportable, todo tiene sentido, todo tiene un para qué.


El usurpador

El obeso y falso "Papá Noel", inflado de tanta bebida aflojadora de tuercas oxidadas, con evidentes características de hipertenso y sedentario no es, ni sugiere la Navidad, sino que protagoniza una puesta en escena hueca, una escenografía burda de cartón pintado que no anuncia nada, ni lleva a algo trascendente.

Este personaje de fantasía que aparece con la anticipación necesaria para pervertir lo sagrado en góndolas, vidrieras y pantallas, no tiene, por la misma razón, efecto residual. Llega, se muestra, tapa la Verdad y huye. No queda nada.

Ya casi no se venden tarjetas navideñas, pero en redes sociales los mensajes anodinos, coherentes con esa "buena onda" formal, esperable, tan efímera como Papá Noel, circularán nuevamente sin mención o referencia alguna de Jesús, la Inmaculada o el sentido verdadero de la Navidad.

Saludar por "las fiestas" escapando a la palabra Navidad o enviar una imagen vacía de connotaciones cristianas por las dudas de que el receptor no sea creyente o tenga otra fe, es impropio. Ocultar o desdibujar la condición de católico es fallarle a Cristo que fue muy claro en sus enseñanzas.


¿QUÉ ES PAPÁ NOEL?

San Nicolás (de Myra o de Bari) fue un obispo turco del siglo IV que combatió el paganismo y el arrianismo (doctrina que negaba la divinidad de Cristo). Salvó a 3 niñas de la prostitución y en su honor se construyeron más de 2.000 templos. Es patrono de Rusia, Grecia y Turquía, pero aunque fue la inspiración del invento de "Papá Noel" no hay nada en el personaje del noble santo.

Es claro que "Papá Noel" no es San Nicolás, sino un invento, una fantasía, una mentira, aunque algunos intenten ingenuamente (?) referenciarlo al santo obispo turco.

"Papá Noel", si fuera real, podríamos asegurar que no le importaría Jesús ni querría ser asociado con Él. Sólo busca que lo saluden, que se asombren con su ropa, su barba, sus obsequios, que se quieran sacar fotos a su lado, que lo pongan en los saludos y que muchos se disfracen como él para que nadie piense en la verdadera Navidad. Es notable como a todos les preocupa la inseguridad, los robos, las entraderas, y tan dócilmente se le dan las llaves de la casa (y del corazón) a un ladrón despiadado, un usurpador, un okupa.


Un invento para vender gaseosa

"Papá Noel" es fruto de una estrategia de marketing, originada en la creatividad de Haddon Sundblom, un dibujante sueco que rediseñó lo que había preparado Fred Mizen para la empresa Coca Cola y la agencia publicitaria D’Arcy. Así se llegó al gordinflón de cachetes colorados que, desde la década de 1920, pisotea la sagrada fiesta del nacimiento del Salvador. Y, por supuesto, consume la popular bebida que también funciona como limpiador y desengrasante.

Anualmente aparecen las escenas con hombres disfrazados, en ocasiones con panzas falsas, acalorados, que provocan un efímero y vacío asombro en los chicos, a los que se les ensucia la noble escena evangélica. Los adultos, que deberían proteger a los niños de los engaños, son los colaboradores del usurpador.

Los medios de comunicación, las empresas y los gobiernos suelen promover directa o indirectamente a "Papá Noel" al recurrir a gorros rojos y copos de nieve en sus logos o decoraciones. Como es comprobable, a ellos el Dios verdadero los incomoda.

Es razonable que la Navidad verdadera sea rechazada y se prefiera al usurpador "Papá Noel" para engañar a los niños arrebatándole a Jesús, toda vez que al mundo le gusta hablar de recetas facilistas, egoístas, efectistas, mágicas, en las que el objetivo sea "sentirse bien", aunque la propuesta sea inestable, volátil, efímera, improductiva.

A los padres, abuelos y tíos, les cabe una oportunidad en este tiempo: Desechar al gordinflón repleto de oscuro líquido gasificado, sin más que cerrándole la puerta, quitando todos sus elementos. Haciendo regalos sin mención alguna de "Papá Noel", sólo mencionando que nos queremos y que participamos del cumpleaños de Jesús. Así, de a poco, tal vez vayamos recuperando el lugar que, sin mala intención, le dimos a un impostor hábil, bien financiado e insistente. Y si se quiere hacer más aún, podemos darles lugar a los Reyes Magos que sí nos muestran al Niño Dios, cruzando el desierto o venerándolo en su humildad, entregando oro, incienso y mirra.

Los niños pueden recibir ilusión y fantasía, siempre que no los priven de lo importante para rendir culto a una figura que pronto descubrirán que es completamente falsa, vanidosa y egoísta.

Que este Diciembre sea una oportunidad de liberarse de imposiciones foráneas que nada bueno traen. Que la celebración de la Navidad incluya misa, familia y un sincero deseo de poner cada día a Jesús en el medio de nuestras vidas.


-> Alberto Mora

 
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