San Isidro, Buenos Aires | |

 

 

 

 

 

 

     
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  .: HISTORIAS

 
Un poco de la historia de Beccar
   
El Cuartel 8° -antiguamente conocido por "Punta Chica" que hoy en día se denomina "Beccar"- se recostaba sobre las barrancas, llegaba hasta el río y, en su extremo opuesto, alcanzaba los confines del Partido.

Se constituyó originalmente sobre seis parcelas otorgadas por Juan de Garay, y terminó siendo una extensión de un kilómetro y medio de frente por la clásica legua de fondo.

Uno de los propietarios de la primera porción de tierra, Juan Márquez, dejó un apellido que años después –en 1869- significaba casi un tercio de la población total.

La primera escuela pública de la zona fue la Nº 3, inaugurada en 1870.

Cercana al límite con San Fernando, Punta Chica se expandió más hacia ese Partido que hacia tierra adentro. Al punto que, como ocurre con Villa Adelina que tiene una parte en Vicente López y otra en San Isidro, la zona denominada Punta Chica tiene una porción en San Isidro y otra en San Fernando.

El patrimonio histórico de Punta Chica radica en un hecho ocurrido en su costa en 1825 cuando Juan Antonio de Lavalleja y 33 hombres (en su mayoría de la Banda Oriental) partieron rumbo a la vecina orilla para emprender una acción que culminaría en la independencia del imperio brasileño.

La vía natural de acceso de Punta Chica fue siempre el Camino del Bajo, que cambió varias veces de nombre: Camino a San Fernando, 25 de Mayo, Manuel Obarrio y finalmente, Avenida del Libertador.

Entre los miles de inmigrantes llegados al país en el sigo XIX arribó un hombre de nombre Adam Mahn, nacido en 1878. Se casó con Carlota Frers, perteneciente a una familia de condición económica holgada, y compró un campo que se extendía desde lo que hoy es la Estación Beccar hasta el Canal Sarandí. Mahn se sintió atraído por el lugar pleno de vegetación y se enamoró del río, los árboles, las casas quinta y las hermosas casonas que se iban construyendo.

El matrimonio Mahn hizo construir entre las calles La Salle, avenida Del Libertador, Roca y Bolívar, una soberbia casona con arcadas hacia el canal, compuesta de planta baja, primer piso, sótano, garaje, dependencias para jardinero, quintero, peones, y un galpón para almacenar frutos.

En 1911 Adam Mahn solicitó a las autoridades del Ferrocarril del Norte (luego Ferrocarril Gral. Bartolomé Mitre), la instalación de una parada ferroviaria entre las estaciones San Isidro y Victoria.

El hombre propuso hacerse cargo de los gastos en caso de posibles pérdidas, pero esto no ocurrió en la nueva parada. Los vecinos apoyaron su gestión y, además, solicitaron al Ministerio de Obras Públicas de la Nación se designara a la misma con el nombre de Cosme Beccar, en homenaje al eminente ciudadano benefactor de San Isidro, gran jurisconsulto, auditor de Guerra y Marina, diputado nacional de relevante actuación nacional y provincial.

Por decreto del 25 de Noviembre de 1911 se autorizó la parada solicitada, y en 1913 fue declarada estación, imponiéndosele el nombre de Beccar. Los mismos vecinos insistieron en que debía denominarse Cosme Beccar, pero el Ministerio no hizo lugar al pedido.

Un ilustre ciudadano sanisidrense, Avelino Rolón, poseedor de tierras en el partido de San Isidro, donó sobre la calle "De la noria" (luego Nº 1, Buenos Aires y actualmente, Posadas)  una fracción para que se construyera un barrio, que luego se llamó "De la caridad". Esa donación permitió la construcción en 1906 de la Escuela Nº 5 y la erección de la capilla, hoy parroquia de Nuestra Señora de Lourdes.

La calle Posadas -empedrada desde 1927- era la única que penetraba hasta las proximidades del Camino de La Tahona (hoy avenida Andrés Rolón), zona baja en exceso por donde cruzaba el arroyo Gauto, incontrolable con cualquier lluvia de mediana intensidad.

No obstante, al Beccar de principios del siglo XX, la instalación de la estación ferroviaria no le significó, al menos en ese momento, un cambio de fondo porque ni los ladrilleros ni los quinteros que circulaban por la zona utilizaron el ferrocarril para sacar su producción, sino que ambos gremios continuaron utilizando carros y carretas para llevar sus productos directamente desde el lugar de producción hasta sus mercados de Buenos Aires, en viajes que insumían entre 4 y 5 horas por caminos ya sin grandes baches y lagunas porque estaban "macadamizados" (una forma de mejorado de los caminos) desde principios del siglo.

La producción hortícola llevaba años de arraigo, pero cuando se empezaron a multiplicar los hornos de ladrillos también cambió aceleradamente el habitat y los horneros invadieron tierras cultivables, en busca del humus necesario como materia prima.

Lo que no cambió fue el origen de los nuevos fabricantes, que era el mismo de los quinteros que se habían ido afincando progresivamente, ganando el cuartel: todos eran italianos. Con los hornos de ladrillos se afincaron en el cuartel los Martinelli, Poletti, Spada, Bordo, Ciappesoni, Cantoli, Ferranti, Petrocco, Cosso, Cartasegna, Puppo, Calonico, Grosso, Messina, Grottini, Sanguinetti, Sifola, Bachini, Barone, mientras que entre los verduleros estaban los Montecuco, Spinelli, Romaironi, Bodamo, Cantori, Ruani, Giovanelíi, Montani, Marcili, Batterini, Gallini, Parodi, Catavi.

Ya en este tiempo, los Márquez no eran mayoría y hasta los almacenes de italianos habían reemplazado a las pulperías.

Después de la época de las chacras floreció en Beccar, a partir de 1932, una producción que le dio prestigio a la localidad y al Partido. En un terreno de 15.000 m2, sobre la calle José Ingenieros, la familia Wolf cultivó orquídeas durante más de medio siglo, llegando a producir 350.000 plantas anuales en los años ‘70 y hasta hace un tiempo también se cultivaban azaleas en escala industrial en el vivero de los Pompilio, en la calle Guido al 3.000.

Desaparecidas las chacras y los viveros que Beccar cultivó en este sector de la cuenca del antiguo arroyo Pavón, lo único que recuerda su pasado de tierra fértil y exuberante es el nombre del club ubicado en la calle José Ingenieros que, aunque se llame "Unión y Juventud de Beccar" nunca dejará de conocerse como el "Club de los Repolleros", nombre con el cual se lo conoció al ser fundado, el 20 de Junio de 1943.

La localidad de Beccar fue declarada ciudad en 1997.


[Fuentes: "La metamorfosis de San Isidro", "Beccar, recuerdos y vivencias"]

 
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