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  .: RELIGIOSAS

 
El gran usurpador
   
San Nicolás (de Myra o de Bari), el obispo turco del siglo IV que combatió el paganismo y el arrianismo (doctrina del siglo IV que negaba la divinidad de Cristo), que salvó a 3 niñas de la prostitución, en cuyo honor se construyeron más de 2.000 templos, y que es patrono de Rusia, Grecia y Turquía, fue la inspiración del personaje de fantasía que conocemos como “Papá Noel”.

Si consideráramos a Papá Noel una persona real, podemos asegurar que a él no le importa Jesús ni quiere ser asociado con Él. Sólo desea que lo saluden, que se quieran sacar fotos a su lado, que lo pongan en los saludos y se disfracen con sus ropas. Sin dudas es un ladrón, un usurpador, un okupa.

Porque no es lo mismo vivir cada día con Jesús que celebrar unos pocos días con la falsa celebración que propone Papá Noel, un producto estrictamente comercial cada vez más difícil de sostener y carente de todo efecto sobrenatural.

La Navidad, la feliz tradición de recordar el nacimiento de Jesús del seno de su Santa Madre en un sitio inadecuado y amenazado de muerte siendo recién nacido por su condición de Rey, incluye símbolos, música y gestos que todos reconocen.

Paradójicamente, tan trascendental celebración se vacía de sentido a instancias de "la buena onda", de un vacuo deseo de paz sin sustento, de un voluntarismo efímero que, abierta o secretamente, busca sacar a Dios del medio.

Ofensivamente, hay quienes apuntan a ubicar a la Navidad en una tradición "que va más allá de lo religioso", como quien propone extirparle los cimientos y las columnas a una casa esperando que se mantenga en pie.

Para que la sociedad le pierda el sentido al acontecimiento que nos permite saber en qué año vivimos, un ridículo personaje aparece cada año usurpando el lugar de lo importante. "Papá Noel", un arrebatador que se propone ocultar a Jesús, a su Santa Madre y a su valioso padre adoptivo. Es claro que Papá Noel es una fantasía, una mentira, aunque algunos intenten ingenuamente referenciarlo en el bueno de San Nicolás.

De hecho, el inexistente Papá Noel es fruto de una estrategia de marketing, originada en la creatividad de Haddon Sundblom, un dibujante sueco que rediseñó lo que antes había hecho Fred Mizen para la empresa Coca Cola y la agencia publicitaria D’Arcy: un gordinflón de cachetes colorados que desde la década de 1920 pisotea la sagrada fiesta del nacimiento del Salvador. Y, por supuesto, consume la publicitada bebida gaseosa.

Anualmente aparecen las aburridas puestas en escena con tipos disfrazados con falsas barrigas, acalorados por la natural temperatura de nuestras latitudes, que provocan un efímero y vacío asombro en los chicos, a los que se aleja de la noble escena evangélica. Los adultos -voluntariamente o no- son partícipes necesarios del delito de usurpación.

Los medios de comunicación, las empresas y los gobiernos suelen promover la figura de Papá Noel, los pinos, copos de nieve, gorros rojos y gráficas que remiten a ellos. Como es sabido, a ellos Dios los incomoda y por todos los caminos se burlan de él.

Es razonable que la Navidad verdadera sea rechazada y se prefiera al usurpador Papá Noel para engañar a los niños arrebatándole el protagonismo a Jesús, nacido hace 2.023 años y anunciado 700 años antes (Isaías 9,5): al mundo le gusta hablar de recetas facilistas, egoístas, efectistas, mágicas, en las que el objetivo sea "sentirse bien", aunque la propuesta sea inestable y, con seguridad, no haga un mundo mejor. Más bien todo lo contrario.

Recuperar la Navidad, la auténtica, la nuestra, la que da sentido, la que estremece y proyecta, es misión primera de todo buen cristiano. Y para eso es preciso conocer algunas cosas básicas, hablar claro con los hijos, no incluyendo en la familia lo que traiciona, engaña o confunde, aunque parezca inocente e inocuo.

Abandonar a su suerte al gordinflón repleto de oscuro líquido gasificado, sería una buena medida. Sin alarde, sin grandes alocuciones. No abrirle la puerta, no tomar ninguno de sus elementos, puede ser un buen camino. Y, simultáneamente, darle lugar a los Reyes Magos que sí remiten al Niño Dios, cruzando el desierto o venerándolo en su humildad, entregando oro, incienso y mirra.

Papá Noel no anuncia nada, sólo parece que fabrica juguetes y luego les pone etiquetas y envoltorios de marcas comerciales, y viaja a repartirlos en Diciembre. Una fantasía cada día más difícil de sostener y que, sin embargo, algunos buscan mantener vigente.

Los niños pueden recibir ilusión y fantasía, siempre que no sea a costa de que le extirpen algo tan grande como el nacimiento de Jesús para poner en su lugar a un personaje que en breve descubrirán que... era FALSO y EGOÍSTA.

Que tu mensaje este Diciembre sea deseando una feliz y santa Navidad. Y que el centro sea el Niño Jesús en el bendito y humilde pesebre.

Se puede celebrar la Navidad y entregar obsequios, se pueden dar mensaje de paz y amor, se puede anhelar un mundo mejor, pero para eso no hace falta sostener a usurpadores.


-> Alberto Mora

 

 
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