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La dignidad de la persona frente a la eutanasia
   
La muerte forma parte ineludible de nuestra existencia. Es una realidad universal a la que, tarde o temprano, todos debemos enfrentarnos. ¿Tiene algún sentido? ¿Cómo vivir y morir con dignidad?

Mientras el mundo enfrenta lo que algunos autores denominan una "crisis de desesperación", que se puede identificar con los aumentos de las tasas de suicidio y de adicciones a drogas y al alcohol, se promueve en paralelo el descarte de ancianos y enfermos como políticas de Estado. Se habla de dignidad. Pero ¿Qué significa ese término? ¿Puede tener dignidad un enfermo terminal que sufre?

El martes 29 de Agosto en el Senado de la Nación Argentina se ha llevado a cabo un "Diálogo con Monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia por la Vida" acerca de políticas para la protección y valoración de la ancianidad.

En dicha circunstancia, Monseñor Paglia ha hecho aportes muy significativos para comprender las implicancias bioéticas de la eutanasia y la riqueza que tienen los cuidados paliativos como alternativa a ésta.

Destacó que, a los cuatro principios bioéticos, no maleficencia, beneficencia, autonomía y justicia, debía sumarse un abordaje integral del enfermo.

"Contrariamente a otras alternativas que tienen que ver con un quehacer veterinario, los cuidados paliativos se centran en proporcionar atención médica, emocional y espiritual a pacientes con enfermedades terminales, ayudando a las familias a enfrentar el proceso de pérdida y duelo de manera más humana y saludable".

"En los cuidados paliativos en respuesta a la vulnerabilidad del ser humano se respeta su dignidad al tratar al paciente como un ser humano completo sin reducirlo a su patología terminal. Más aún, se empodera al paciente que participa activamente en las decisiones de su cuidado involucrándolo en la planificación de su atención y brindándoles el control de sus procesos en el final de la vida. Mucho más digno que su descarte eutanásico tratándolo como un animal sufriente."

La comprensión de que en la persona humana conviven siempre en forma inseparable su cuerpo y su espíritu es la base del respeto de su dignidad. Tratar las dolencias del cuerpo sin contemplar todas sus dimensiones, emocionales, familiares y espirituales, es reducir a la persona y tratarla indignamente.

San Juan Pablo II con su norma personalista establece que "La persona es un bien respecto del cual sólo el amor constituye la actitud apropiada y válida". Esta mirada es contraria a la concepción utilitarista que deviene de la mercantilización de la vida y trae luz a problemáticas diversas de la sociedad tal como el correcto trato al paciente terminal. En el final de la vida, frente a la agonía, hay una respuesta amorosa: los Cuidados Paliativos.

La crisis de desesperación, a la que se hacía mención al comienzo, parece demostrar un escepticismo generalizado. Un nihilismo que sucumbe a toda la raza humana en la desesperanza. La pérdida de la dimensión trascendental no sólo erradica el sentido a la propia existencia sino que además banaliza hasta los valores más sagrados como deberían ser la vida humana y la ancianidad.

Según el Instituto Nacional del Cáncer, sólo el 5% de las personas que requieren Cuidados Paliativos en nuestro país tienen acceso a ellos. Monseñor Vincenzo Paglia nos recuerda: "El éxito de los cuidados paliativos transformando la experiencia del final de vida de los pacientes y de sus seres queridos, reduciendo el sufrimiento y permitiendo que los pacientes transiten sus últimos días rodeados de respeto, de amor y de compasión, obliga al Estado argentino, bajo el Programa Nacional de Cuidados Paliativos según la Ley 27.678 y el decreto 311/2023, a una mayor inversión para su promoción y efectiva y federal implementación garantizando que los pacientes puedan acceder a sus prestaciones integrales más la capacitación de profesionales y voluntarios."

"Sólo una comunidad comprometida con la dignidad de la persona puede hacer una diferencia positiva en los pacientes y sus familias destinando sus recursos para el desarrollo, concientización y aceptación de los cuidados paliativos en lugar de invertir en facilistas propuestas veterinarias incompatibles, tanto con la ética médica para humanos como con la debida dignidad que demanda la persona."


-> María D. Ayerza

 
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