San Isidro, Buenos Aires | |

 

 

 

 

 

 

     
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  .: RELIGIOSAS

 
¿Qué es el Rosario?
   
El Rosario es una forma de rezar que tienen los católicos que fijan su atención, reflexionan, meditan, sobre misterios de la vida de Jesucristo y de la Santísima Virgen María.

El Rosario es un elemento que reúne 59 cuentas y una cruz, que permiten meditar ordenadamente los misterios cristianos de acuerdo al día de la semana. Están agrupados en misterios gozosos (lunes y sábados), dolorosos (martes y viernes), gloriosos (domingos y miércoles) y luminosos (jueves).

Después de anunciar cada uno de los misterios, se rezan un Padrenuestro, 10 Avemarías y un Gloria al Padre, tomando como guía las cuentas que lo constituyen.

La Iglesia hace cientos de años que recomienda el rezo habitual del Rosario y en situaciones difíciles (personales o generales) se invita a hacerlo con más frecuencia.

Aunque puede haber ligeras variantes, el Rosario se reza de la siguiente forma:

En la parte que tiene la cruz

- La señal de la cruz
- Oración "Oh, Señor, abre mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza; Oh, Dios, ven en mi auxilio; Oh, Señor, date prisa en socorrerme
- Credo
- Padre Nuestro en la primera cuenta (por las necesidades de la Iglesia Católica y por las intenciones del Papa);
- Ave María en cada una de las siguientes tres cuentas (pidiendo las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad); y
- Gloria en la siguiente cuenta.

Luego sigue la oración de las décadas, repitiendo para cada misterio:
- Anuncio del misterio
- Un Padre Nuestro
- Un Ave María en cada una de las diez cuentas siguiente;
- Un Gloria
- La oración de Fátima: "Oh, Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, y socorre especialmente a las más necesitadas de tu misericordia" (indicada por la Virgen en su tercera aparición en Fátima, Portugal, en 1917)

Al concluir los 5 misterios se reza Salve Regina:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén

- Señal de la cruz

 


Historia

La Santísima Virgen, en una aparición a Santo Domingo de Guzmán le enseño a rezar el Rosario en 1208. Le dijo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe.

Santo Domingo era un sacerdote español que fue al sur de Francia para convertir a los que se habían apartado de la Iglesia por la herejía albigense, la que enseña que existen dos dioses, uno del bien y otro del mal. El bueno creó todo lo espiritual. El malo, todo lo material. Como consecuencia, para los albigenses, todo lo material es malo. El cuerpo es material; por tanto, el cuerpo es malo. Jesús tuvo un cuerpo, por consiguiente, Jesús no es Dios.

Los albigenses negaban los sacramentos y la verdad de que María es la Madre de Dios. Se rehusaban a reconocer al Papa y establecieron sus propias normas y creencias. Durante años los Papas enviaron sacerdotes celosos de la fe, que trataron de convertirlos, pero sin mucho éxito.

Domingo trabajó por años en medio de estos desventurados. Por medio de su predicación, sus oraciones y sacrificios, logró convertir a unos pocos. Pero, muy a menudo, por temor a ser ridiculizados y a pasar trabajos, los convertidos se daban por vencidos. Domingo dio inicio a una orden religiosa para las mujeres jóvenes convertidas. Su convento se encontraba en Prouille, junto a una capilla dedicada a la Santísima Virgen. Fue en esta capilla en donde Domingo le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada.

La Virgen se le apareció en la capilla. En su mano sostenía un Rosario y le enseñó a Domingo a recitarlo. Dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias. El sacerdote efectivamente lo predicó y muchos albigenses volvieron a la fe católica.

Simón de Montfort, el dirigente del ejército cristiano y amigo de Domingo, hizo que éste enseñara a las tropas a rezar el Rosario. Lo rezaron con gran devoción antes de su batalla más importante en Muret. De Montfort consideró que su victoria había sido un verdadero milagro y el resultado del Rosario. Como signo de gratitud, De Montfort construyó la primera capilla a Nuestra Señora del Rosario.

Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden de Predicadores (más conocidos como Dominicos). Con gran celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida que la orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros para la gloria de Dios y de la Virgen.

El Rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen prometió grandes milagros por el rezo del Rosario.


Promesas de Nuestra Señora del Rosario, según los escritos del Beato Alano.

1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.
5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.
8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.
9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.
10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.
14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15. La devoción al Santo Rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.


La Virgen del Santo Rosario, ¡Auxilio de los Cristianos!

Europa estaba en grave peligro ante el Islam. Los musulmanes se proponían hacer desaparecer, a punta de espada, el cristianismo. Ya habían tomado Tierra Santa, Constantinopla, Grecia, Albania, África del Norte y España. En esas extensas regiones el cristianismo era perseguido, y muchos mártires derramaron su sangre, muchas diócesis desaparecieron completamente. Después de 700 años de lucha por la reconquista, España y Portugal pudieron librarse del dominio musulmán. Esa lucha comenzó a los pies de la Virgen de Covadonga y culminó con la conquista de Granada, cuando los reyes católicos, Fernando e Isabel, pudieron expulsar a los moros en 1492.


La Batalla de Lepanto

En tiempos de San Pío V (1566 - 1572), los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban divididos y parecían no darse cuenta del peligro inminente. El Papa pidió ayuda pero no le hicieron mucho caso hasta que el peligro se hizo muy real y la invasión era certera. El 17 de septiembre de 1569 pidió que se rezase el Santo Rosario.

El 7 de octubre de 1571 se encontraron las dos flotas, la cristiana y la musulmana, en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto. La flota cristiana, compuesta de soldados de los Estados Papales, de Venecia, Génova y España y comandada por Juan de Austria entró en batalla contra un enemigo muy superior en número y buques de guerra. Se jugaba el destino de la Europa cristiana. Antes del ataque, las tropas cristianas rezaron el Santo Rosario con mucha devoción. La batalla de Lepanto duró hasta altas horas de la tarde pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos.

Mientras la batalla transcurría, en Roma el Papa recitaba el Rosario en su capilla. En eso, el Papa salió de su capilla y, por aparente inspiración, anunció a todos los presentes y con gran calma que la Santísima Virgen les había concedido la victoria a los cristianos. Semanas más tarde llegó el finalmente el mensaje de la victoria de parte de Juan de Austria, quién, desde un principio, atribuyó el triunfo de cristiano a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario. Agradecido con Nuestra Madre, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanía de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre de la fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario.


El sitio de Viena

Los turcos seguían siendo poderosos en tierra y, en el siglo siguiente, invadieron a Europa desde el Este y, después de tomar enormes territorios, sitiaron a Viena, capital de Austria. Una vez más, las tropas enemigas eran muy superiores. Si conquistaban la ciudad, el resto de Europa caería rendida. El emperador depositó su confianza y rogó protección a Nuestra Señora del Rosario. Hubo una gran batalla y gran derramamiento de sangre y cuando todo parecía perdido, el alivio llegó el día de la fiesta del Santo Nombre de María, 12 de septiembre de 1683, cuando el rey de Polonia, Jan Sobieski, llegó al rescate al frente de un ejército cristiano, derrotando a finalmente a los turcos.


La batalla de Temesvar

Los turcos sufrieron otra gran derrota a manos del Príncipe Eugenio de Saboya, comandante de los ejércitos cristianos, en Temesvar (en la Rumania moderna), el 5 de agosto de 1716, en aquel entonces era la fiesta de Nuestra Señora de las Nieves. El Papa Clemente XI atribuyó esta victoria a la devoción manifestada a Nuestra Señora del Rosario. En acción de gracias, mandó que la fiesta del Santo Rosario fuera celebrada por la Iglesia universal.

Los Pontífices

A lo largo de los siglos los Papas han fomentado la pía devoción del rezo del Rosario y le han otorgado indulgencias.

Dijo Nuestro Señor: "Donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18:20). El Rosario en familia es algo maravilloso. Es un modo práctico de fortalecer la unidad de la vida familiar. Es una oración al alcance de todos. Los Papas, especialmente los más recientes, han hecho gran énfasis sobre la importancia del Rosario en familia.

El Papa dominico, San Pío V (1566 - 1572) dio el encargo a su congregación de propagar el santo Rosario. Desde entonces los Papas han sido grandes devotos del Rosario y de su propagación.

León XIII escribió 12 encíclicas referentes al Rosario. Insistió en el rezo del Rosario en familia, consagró el mes de octubre al Rosario e insertó el título de "Reina del Santísimo Rosario" en la Letanía de la Virgen. Por todo esto mereció el título de "El Papa del Rosario"

Todos los Papas del siglo XX han sido hijos devotísimosdel Santo Rosario.

Su Santidad Juan Pablo II insiste en el rezo del Santo Rosario en familia, en grupos, en privado. Pide que se invite a todos a rezar, a no temer el compartir tan hermosa devoción, que es una catequesis de la fe. No alerta a que el mundo está en crisis y nuestras fuerzas humanas no bastan. La victoria, dice el Papa, vendrá nuevamente de la mano de Virgen María. Es la victoria de Su Hijo Jesucristo, el Señor, Rey del Universo.

Recomendado por la Virgen en varias de sus apariciones más importantes.

La importancia del Rosario como medio eficaz de los creyentes ha sido confirmado no solo por los pontífices, si no por Nuestra Madre misma, la Virgen María. Es la oración de los sencillos y de los grandes, está al alcance de todos, en todo tiempo y lugar. El Rosario honra a Dios y a la Santísima Virgen de un modo especial. En Lourdes, la Virgen llevaba un Rosario en la mano cuando se le apareció a Santa Bernardita. Y también llevaba un Rosario cuando se les apareció a los tres pastorcitos de Fátima. Y fue en Fátima donde ella misma se reveló a los niños su título: "Nuestra Señora del Rosario".

En la Argentina

La Virgen del Rosario de San Nicolás es una de las muchas advocaciones con la que se venera a la Virgen María. El día 25 de mayo de 2009 fue coronada y sus apariciones fueron aprobadas por el Obispo y por el Vaticano el 25 de septiembre del 2016. Esta imagen genera uno de los fenómenos de peregrinación católicos más importantes de la República Argentina.

En 1884 se había inaugurado el templo parroquial de San Nicolás de Bari, que albergó una imagen de la Virgen del Rosario.

En septiembre de 1983, la señora Gladys Quiroga de Motta declaró que había recibido una serie de apariciones de la imagen que no sabía identificar. En octubre, luego de ser recibida por el obispo Antonio Rossi, visita la parroquia de San Nicolás de Bari donde encuentra que la imagen que se le aparecía era la misma que ahí se guardaba en un altillo.

Cada 25 de septiembre, la ciudad de San Nicolás recibe a cientos de miles de peregrinos y fieles que concurren para rendir homenaje a la imagen de Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás.


 
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