Por definición, la inteligencia implica independencia, es decir, la no dependencia de nada ni de nadie.
El robot depende del hombre que le aporta la información o de otro robot que ya la tiene y con el que está vinculado. Un robot sin información no puede actuar.
La idea -muy estimulada por la ciencia ficción- de que las máquinas se van a multiplicar solas, con independencia, que llegarán a pensar más y mejor que los seres humanos, que tomarán el poder y el control sobre ellos mismos y gobernarán la tierra es imposible. Solo cabría algo así si hubieran sido programadas para desarrollar ese proceso.
Un scanner de imágenes médicas es un aparato que ha recibido información precisa y está cargado de datos para leer los parámetros necesarios que luego técnicos o profesionales de la salud utilizarán para tomar decisiones en un caso en particular. El proceso con la programación y los recursos de medicion adecuados es más rápido y puede ser más preciso permitiendo, si los humanos intervinientes hacen bien lo suyo, un tratamiento más ágil y certero.
La inteligencia es una característica de los seres humanos. Lo que se menciona y pondera como "IA" o "inteligencia artificial" no define una verdad sino una marca, un recurso comercial.
El hombre ha inventado (1) máquinas y procedimientos científicos que le permiten hacer más operaciones y en menor tiempo. Pero siempre está un ser humano detrás para que todo funcione (o no). La tecnología, sin ninguna duda, ayuda a los humanos a ir más lejos en el conocimiento.
Un robot es un aparato con un programa con los datos necesarios para cumplir con una tarea determinada.
Las aplicaciones para procesar o mejorar una foto o un video (o "crearlos") utilizan una gran base de datos y procedimientos que diseñadores han pensado y programadores han cargado en un sistema para dar un resultado.
No es difícil probar que los programas de "Inteligencia Artificial" no pueden procesar correctamente ciertas imágenes o no pueden inventarlas, por carecer de parámetros o variables en su sistema. Sus "capacidades" están limitadas a los recursos que los seres humanos les han cargado.
Aunque se llegue a un momento en que los resultados sean tan "perfectos" que sea casi imposible detectar si son reales, de todos modos seguirá siendo el producto de un programa, no de algo "inteligente".
Para que un robot reconozca un objeto o ser vivo tiene que tener cargado en su sistema miles de imágenes a diferencia de las personas que llegan a ese reconocimiento con sólo verlos una o dos veces.
Un auto sin un ser humano que lo conduzca debe tener en su base de datos la información de todas las posibilidades en la ciudad, el campo, la ruta, la autopista y cada posible acontecimiento que se presente. Las situaciones son innumerables, pero no dejan de ser información acumulada (y en gran cantidad) para ser procesada sin la dispersión posible de un ser humano al evaluarla. Pero no se trata de "inteligencia".
El auto no puede reconocer la actitud emocional o las sutilesas del conductor de otro vehículo, si tiene la prioridad y por amabilidad lo deja pasar. Sólo "identificará" un gesto de cordialidad que rompa con las reglas, si tiene cargada esa variable. Si así no fuera, el auto sin conductor no va a "comprender" y se quedará en el sitio hasta que el otro pase.
Muchos supieron de cuando Simon Weckert (Alemania, 1989) se paseó por Berlín con 99 celulares prestados conectados a Internet y colocados en una sencilla carretilla generando un falso embotellamiento en Google Maps.
En ese programa tan usado, la calle por la que iba caminando a paso normal se iba poniendo roja indicando una complicación de tránsito que no existía en pleno centro de la ciudad. Weckert se propuso mostrar que los mapas en las aplicaciones no representan la realidad, sino solo un reflejo de la idea que las personas tienen de la realidad.
Un robot o un programa siempre será un producto limitado y dependiente, pero jamás "inteligente". La Inteligencia Artificial no existe, es solo una base de datos. Llamar a las cosas por su nombre es... inteligente.
-> Alberto Mora
(1) Lo correcto es decir que el hombre inventa, no crea. La creación requiere partir de la nada. El hombre normalmente toma de lo ya existente para desarrollar una nueva aplicación o combinación de elementos.
La palabra "inventar" proviene del latín "invenire", que significa "encontrar" o "descubrir". Este verbo se compone de "in-" (hacia dentro) y "venire" (venir), sugiriendo la idea de que trae hacia uno elementos existentes para darle un uso nuevo.