Comprobamos, hace muchos años, que los funcionarios públicos en su mayoría no toman medios de transporte ni caminan regularmente por las calles y barrios.
Es por ese motivo -tal vez- que suelen carecer de la mirada completa de la realidad que tienen los "ciudadanos de a pie". De allí que en gran cantidad de casos, sin los reclamos de los vecinos no se emprenden arreglos, mejoras o correcciones.
Todos somos peatones
En algún momento del día, aún siendo automovilista, todos terminamos caminando. Y si se tienen limitaciones físicas, se usa bastón, se está cargado con bolsas, empujando un changuito de bebé o llevando un niño de la mano, cada detalle de la realidad de la vía pública cobra grandes dimensiones.
Estas circunstancias cotidianas, con todo el malestar y dificultades que pueden provocar, están alejadas de la mirada de los funcionarios que, insisto, no recorren la realidad a diario como peatones.
Esperar un colectivo (que ya no llega con la misma frecuencia) buscando reparo ante la lluvia o evitando cocinarse con el sol en verano, haciendo esfuerzos para subir al transporte que no se acerca al cordón o a la parada, esquivando baldosas flojas, veredas desparejas yautos estacionados sobre ellas, son situaciones de todos lo días para miles de vecinos, pero muy distantes para quienes tienen en sus manos la posibilidad de mejora.
Es fácil descubrir que la prioridad suele estar puesta en los automotores y no en los peatones y ciclistas.
En general los semáforos no contemplan el cruce exclusivo de peatones. Cuando en una avenida se habilita el avance de los vehículos, los que giran lo hacen sin impedimento alguno y los peatones hacen lo que pueden, con riesgo, para cruzar. Esto mejoraria si por 30 segundos permaneciera el semáforo en rojo para TODOS los vehículos y sólo se habilitara el cruce peatonal.
El constante crecimiento del parque automotor hace que la circulación y el estacionamiento sean, tanto en centros comerciales y zonas más pobladas como en barrios, un problema.
Pero la cantidad de vecinos y gente que llega, trabaja y circula por el Partido de San Isidro a diario caminando, que toma trenes y colectivos es notablemente superior a quienes conducen vehículos.
Y es a ellos, a los peatones, a donde deberían orientarse las acciones de gobierno, empresas y comercios.
Es claro que no todo pasa por las reglas de tránsito y las medidas del gobierno, sino que es fundamental pensar en la promoción de actitudes altruistas y empáticas en la vía pública. La forma en que se conduce y se estaciona es un reflejo de cuánto importa el prójimo. Nadie se transforma en una persona distinta al ponerse al volante.
Es decir que una parte de los inconvenientes no está en la información o habilidad que tenga “el conductor”, sino en su persona y sus valores.
No obstante, nunca será poco lo que se haga para reforzar el conocimiento de reglas y prioridades en la vía pública. Y el camino de la determinación de infracciones y la justa penalización será siempre muy “educativo”. Aunque sin inspectores que recorran con aquella unidad de medida (la del peatón) nada cambiará.
Algunas observaciones:
Sobre la avenida Centenario, en San Isidro, las paradas de colectivos a la intemperie obligan a los peatones a esperar expuestos al intenso sol del verano y a la lluvia. Difícil que haya refugios que puedan cobijar a la gran cantidad de personas que esperan, pero algo se debería hacer.
Hay paradas de colectivos con el cordón amarillo que termina tan cerca que permiten que un vehículo estacione “correctamente”, pero un colectivero no podrá maniobrar para acercarse al cordón para que suban los pasajeros. Pintando hasta donde sea conveniente o instalando obstáculos adecuados se puede mejorar la situación de los que toman colectivos.
En los centros comerciales se renovaron baldosas pero al poco tiempo se aflojaron y no hubo mantenimiento. En los días de lluvia son una molestia o riesgo adicional para los peatones.
Un cartel que diga “Prohibido estacionar” y un cordón pintado de amarillo de poco sirven si no se multa su violación. Hay calles donde esto sucede permanentemente, con paradas de colectivos, rampas para personas con discapacidad, veredas con autos cruzados, salidas a contramano y otras situaciones que no cambiarán nunca sin controles serios.
Cientos de personas cruzan de y hacia la estación Boulogne (lado Este, calle Yatay) en diagonal, lo que es más cómodo y práctico. Pero en ese lugar no hay senda peatonal. Definirla por donde pasa la gente cumpliría con dar prioridad a los caminantes y se haría evidente que ahí no se puede estacionar, lo que sucede todo el tiempo.
Los semáforos de Fondo de la Legua y Conscripto Romero y Del Libertador y Padre Menini están a varios metros por delante de la senda peatonal, lo que facilita que los vehículos se detengan en lugares equivocados y sobre sendas peatonales. Retrasando o eliminando semáforos que estén instalados de este modo, se ordena todo.
En el cruce de Int. Tomkinson y Sucre sólo hay semáforo para girar para quien va por Sucre y quiere hacerlo hacia Int. Tomkinson. Pero son muchos los que giran, como pueden, cuando van por Int. Tomkinson y quieren girar hacia Sucre.
Los túneles bajo nivel son obras que facilitan la circulación de vehículos, evitando demoras y permitiendo acortar los tiempos en urgencias (ambulancias y bomberos), pero suelen imponer caminatas mucho más largas para los peatones. Seguramente no es fácil compatibilizar todo, pero gran cosa sería reducir las incomodidades para los que caminan (en especial para los que cruzan a diario).
En los sectores de mayor riesgo de Centenario-Santa Fe, Avelino Rolón y otras, muchos peatones cruzan a mitad de cuadra arriesgando su vida y sorprendiendo a automovilistas. La colocación de rejas u otros puede desalentar tales imprudencias.
Desalentar el uso del auto es bueno, en especial cuando se consideran las dificultades para estacionar. Pero el uso de la bicicleta, tan recomendable para la salud y la economía, está condicionado severamente por la inexistencia de carriles seguros que permitan atravesar el Partido con ese medio. Sin llegar a la idiotez que se emprendió en la ciudad de Buenos Aires (donde se llegó a priorizar la bicicleta entorpeciendo la normalidad de avenidas), algo debería hacerse con urgencia.
Estos son sólo ejemplos de situaciones que se producen desde hace muchos años, algunas en distintos distritos de Buenos Aires, que se pueden descubrir con medidas tan simples como bajarse del auto o de la camioneta de funcionario y experimentando la realidad de quien es un simple peatón.