El profesor Enoch Burke fue detenido y encarcelado por tercera vez este martes 3 de Septiembre, por no respetar la orden de alejamiento de su puesto de trabajo impuesta por un juez irlandés.
Este docente, de profunda fe cristiana, daba clase en la Wilsont's Hospital School del condado de Westmeath (al este de Dublín), hasta que fue suspendido por la dirección del centro por negarse a usar los pronombres deseados por un alumno que hizo una "transición de género".
Como hizo caso omiso de la suspensión, alegando su derecho a la libertad religiosa y a la libertad de expresión, le fue dictada una orden de alejamiento cuyo incumplimiento le llevó a prisión durante 3 meses.
En Irlanda su caso se ha convertido en emblemático de quienes luchan contra las imposiciones de la ideología de género, sobre todo aplicada al adoctrinamiento y manipulación de los menores.
En 2022, el profesor de alemán, historia y política de la anglicana Wilsont's Hospital School, fue llevado a la cárcel de Mountjoy por haberse negado a usar pronombres "trans".
Las autoridades de la escuela intentaron obligarlo a dirigirse a un estudiante usando "they", un pronombre "trans", pero él se negó alegando sus convicciones religiosas y se lo suspendió, impidiéndole concurrir al lugar. Como el profesor insistía en ir a dictar clase, la escuela consiguió que el juez Michael Quinn emitiera una orden impidiéndole acudir al instituto y al presentarse a trabajar ordenó su arresto.
El profesor irlandés Enoch Burke señaló que referirse al alumno por un nombre distinto al real (su realidad biológica) supone una violación de su conciencia.
"El transgenerismo está en contra de mi creencia cristiana. Es contrario a las Escrituras, contrario a la ética de la Iglesia de Irlanda y de mi escuela. Soy maestro y no quiero ir a prisión. Quiero estar en mi aula, donde estaba esta mañana cuando me arrestaron" sentenció Burke al ser detenido. "Es una locura", le dijo al juez.
Argumentó haber continuado asistiendo a la escuela porque cumplir la orden judicial también supondría una "violación de su conciencia". Un profesor sólo puede ser suspendido por alguna acción grave, y él no reconoce haber cometido ninguna grave infracción, por lo que su deber, asegura, es seguir acudiendo al centro.
En su defensa, alegó su "amor por la escuela" y su lema Res Non Verba -Hechos, no palabras- para justificar su actuación. Y dejó claro que estaba encarcelado "por decir que no llamaría niña a un niño".
Desde la prisión, el profesor era apoyado por su familia y amigos, mostrando cómo un hombre que alza la voz ante un sistema injusto puede exhibir las vergüenzas de una ideología absurda que necesita multar y encarcelar para imponerse.