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  .: RELIGIOSAS

 
El Día de Reyes, la fiesta de la Epifanía del Señor
   
La celebración del Día de Reyes -que durante muchos años fue en la Argentina la ocasión en la que los niños recibían regalos, antes de la importación del personaje conocido como "Papá Noel"-, gira en torno a la adoración a la que fue sujeto el Niño Jesús por parte de los que conocemos como los Reyes Magos (Mt. 2 1-12), un claro símbolo del reconocimiento del mundo pagano de que Cristo es el salvador de toda la humanidad.

Por eso se habla de epifanía, término que significa "manifestación" y la Iglesia destaca como tales tres eventos:

  • Su Epifanía ante los Reyes Magos
  • Su Epifanía a San Juan Bautista en el Jordán
  • Su Epifanía a sus discípulos y comienzo de la vida pública de Jesús con el milagro en Caná.

De acuerdo a la tradición del siglo I, aquellos magos no eran hombres dedicados al ilusionismo o la adivinación, sino poderosos y sabios, posiblemente reyes de naciones al oriente del Mediterráneo que, por su cultura y espiritualidad, cultivaban su conocimiento de hombre y de la naturaleza esforzándose por mantener un contacto con Dios.

Del pasaje bíblico nos llega que honraron al rey recién nacido con obsequios como el incienso, el oro y la mirra. Se dice que fueron tres reyes sabios que hasta el año de 474 sus restos estuvieron en Constantinopla, la capital cristiana más importante en Oriente; luego fueron trasladados a la catedral de Milán (Italia) y en 1164 fueron trasladados a la ciudad de Colonia (Alemania), donde permanecen hasta nuestros días.

El hacer regalos a los niños el 6 de Enero corresponde a la conmemoración de la generosidad que estos magos tuvieron al adorar al Niño Jesús y hacerle regalos tomando en cuenta que "lo que hiciereis con uno de estos pequeños, a mí me lo hacéis" (Mt. 25, 40).

La Navidad, valga decirlo, es un acontecimiento religioso cristiano que ha impregnado desde hace siglos la realidad del mundo e incluye símbolos, música, gestos e intenciones que muchos, en mayor o menor medida, reconocen y respetan.

Se trata de uno de los momentos más importantes que puede vivir un cristiano, porque se recuerda y valora el nacimiento de Jesús, hijo de Dios, crecido en el vientre de su Santa Madre, en la lejana Belén. Eso lo sabemos porque nos lo enseñaron en casa, en el colegio, en la parroquia.

Pero la Argentina y otros países viven desde hace décadas un proceso de odio a la fe que es preocupante. Los proyectos para eliminar símbolos religiosos de espacios públicos no han tenido la reacción adecuada de la sociedad, hecho que sólo se entiende en el triste retroceso de una verdadera evangelización. La mala formación de los sacerdotes, la inclusión de ideologías contrarias a la fe y la consiguiente pobreza en las tareas pastorales, han permitido una peligrosa baja de defensas de los fieles frente a las pecaminosas propuestas del mundo.

Con ese marco, muchos se empeñan en reducir a la Navidad a una oportunidad comercial, a una simple costumbre "de juntarse" o a la antesala de las vacaciones...

Vemos cómo los medios de comunicación en la Argentina y funcionarios públicos se siguen animando a enviar mensajes para este tiempo, pero privándolos de su verdadero sentido. Un poco de bolas de colores, árboles con estrellitas, trineos, burbujas, algo de diseño con "buena onda", dando a entender que la Navidad "va más allá" de lo religioso, cuando precisamente, sin lo religioso católico no hay Navidad completa.


La Navidad sin Jesús, ni la Virgen, ni José, sin la estrella, no es Navidad.

Juntarse para celebrar "buenas intenciones" es algo que cualquiera puede hacer cuando le plazca. Mandar saludos de afecto y buenos deseos se puede hacer cuando uno tenga ganas. Pero la Navidad sin Cristo es cartón pintado.

Claro que nadie está obligado a creer en Jesús y la salvación que Dios nos ofrece a través de Él, pero los cristianos entendemos que el mundo sería mejor si lo conociera y lo tomara como modelo a seguir en cada minuto.

Responsables y miembros de canales de televisión, radios y medios gráficos que no han tenido reparo alguno en apoyar el aborto como "derecho", o el mal llamado “matrimonio” igualitario, o la perversa ideología “de género”, y luego se han atrevido a dar saludos de Navidad. Una hipocresía absoluta, deliberada, propia de enemigos de la fe.

Desde los medios de comunicación, en general, nos proponen odio, vacío, desolación, discordia, consumismo, groserías y bajezas de todo tipo, porque para estas empresas no hay "negocio" en comprometerse con la decencia, la nobleza, la generosidad o el patriotismo. Sólo, de vez en cuando, aparecen contenidos con ese tono para "matizar" y luego retomar su sinfín de propuestas banales.

Dios, definitivamente, no forma parte de lo cotidiano para los medios masivos de prensa. Un cura hablando de Dios no gusta, pero uno haciendo una tarea humanitaria (la misma que puede hacer cualquiera), sí.

Jamás un medio de comunicación entendería ni difundiría que la pobreza que daña al mundo y a los hombres es LA ESPIRITUAL, la de los que están lejos de Dios.

Recuperar la Navidad, la auténtica, la nuestra, la que revela el misterio, la que da sentido, la que estremece y proyecta, es misión primera de un buen cristiano.

Sería bueno que volvamos a recuperar a los Reyes Magos por encima del obeso Papá Noel, inflado de tanta bebida gaseosa. Valga ver que los Reyes tienen siempre cerca al Niño Dios, los vemos cruzando el desierto en su búsqueda, los recordamos venerando al pequeño Jesús en su humilde pesebre, los miramos entregando oro, incienso y mirra para honrar el milagro.
En cambio, Papá Noel no anuncia nada, no nos lleva a algo trascendente. Tan sólo parece que en algún sitio misterioso nevado fabrica juguetes y viaja una vez al año por el mundo para llevar regalos con un mensaje sin ninguna relación con Jesús, su madre, su padre adoptivo José y la salvación.

La Navidad no es algo “lindo”, “bonito”, para que disfruten los chicos. La Navidad es algo valioso y para todos.

Revitalizarla, ponerla en su lugar, dotarla de lo que le pertenece y liberarla de lo que le es ajeno es misión de cada uno que reconoce en Jesús el centro de su existencia.


-> Alberto Mora

 
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