"Vení a moverte de la cabeza a los pies", el programa gratuito que, de Agosto a Noviembre, se valió del ajedrez y del taller Danzacuentos para despertar intereses y potencialidades entre los niños de barrios vulnerables, tuvo su gran cierre con la presencia de grandes y chicos.
"La idea es que los chicos desarrollen sus aptitudes y se integren. El programa tuvo sus cupos colmados y nos hace pensar de qué modo se perfecciona y crece en 2019. Para lograrlo elegimos cuidadosamente a los docentes por su capacidad y empatía, y también a las asociaciones barriales que son socias estratégicas en esta aventura", dijo Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura.
Desde las 9:30, con 14 tableros desplegados en largas mesas, los niños y niñas se entregaron a vibrantes partidas que ayudan a estimular el pensamiento abstracto.
"Al taller vienen desde adolescentes hasta chicos de 5 años. Ponemos mucho énfasis en el respeto y la conexión afectiva con el que está del otro lado del tablero. Los que más saben enseñan a los que menos saben, todos acomodan las piezas y el rol del docente, de a poco, se va retirando", comentó Marcos Chotsourian, de 27 años y coordinador del taller de ajedrez, junto a Pablo Zapata.
"Me gusta el compañerismo y la posibilidad de poder llevar el tablero a nuestras casas una semana, en forma rotativa y con el compromiso de cuidarlo", dijo Valentina Ramírez, que se asomó al ajedrez cuando la invitaron a probar mientras ayudaba a servir la leche de la merienda en el Sportivo La Cava, también sede del programa, al igual que El Merendero de Mari, en el barrio Martín y Omar, del Bajo de San Isidro.
La invitación fue de Jessica Medina, coordinadora del Sportivo, donde Aluminé Manteca Acosta, bailarina, coordinó Danzacuentos, que toma al cuento como disparador de juegos, bailes y emociones que luego llegan al dibujo. Un taller que el viernes pasado se mudó a la canchita de fútbol de La Cava para cerrar el año con familias reunidas, banderines de colores colgando de un arco y una treintena de chicos disfrazados en ronda, a puro canto, juego y baile.
"El taller de Alu les da a los chicos herramientas que los padres no siempre pueden transmitirles a sus hijos, esa posibilidad de manejar y compartir emociones, tristezas o alegrías, además de nutrir a los chicos de valores básicos. Fue una experiencia hermosa", sostuvo Jessica en la biblioteca, a la que llegó con los alumnos de ajedrez de su barrio.
Allí, en El Sauce, tras la entrega de premios, hubo varias vueltas de pizza compartida, para cerrar una actividad que promete volver en 2019.
