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La pornografía implica y provoca daño
   
El término "pornografía" se origina en las palabras griegas πόρνη (pórnē, "prostituta") y γράφειν (gráphein, "grabar, escribir, ilustrar") y el sufijo -ία (-ía, "estado de, propiedad de, lugar de"), por lo que el significado sería "descripción o ilustración de las prostitutas o de la prostitución". El uso más antiguo del término dataría del 1800.


Al igual que otros contenidos de los medios de comunicación, la pornografía, en sus diferentes variantes, no tiene connotaciones sanas, como no las tiene el consumir tabaco, cocaína u otras sustancias.

La pornografía -aunque se quiera presentar a las mujeres y a los hombres que se ponen frente a una cámara como "actrices" y "actores"- conlleva, necesariamente distintos grados de prostitución, de abuso y de vaciamiento del acto sexual. Las mujeres en general son, aunque parezcan disfrutar en las escenas, las que deben aceptar todas las propuestas y siempre lo harán en sintonía con la búsqueda de satisfacción del varón de turno lo que, en el consumidor de tales escenas, afirmará una tendencia al abuso, la fantasía y una relación de utilización del otro como objeto.

Hace unos cuantos años un conocido periodista sentenció en televisión que la pornografía "no calma las fieras", sino que las estimula, queriendo significar que no sacia los impulsos sexuales porque no consuma acto alguno, postergando su satisfacción. De ahí que buscará la ocasión para ello sea a través de una prostituta, de un encuentro casual o con una pareja estable que, probablemente sea considerada no ya una persona sino sólo un medio para el goce. Tampoco se puede descartar la influencia en un pervertido que termine violando a una mujer o un niño.

Cabe indicar que, como ocurre en muchos países, la pornografía moviliza grandiosas cifras de dinero y por ello -en una sociedad liberal y vaciada de valores- es posible lograr legislaciones favorables o, al menos, que no la impidan de modo tajante. La televisión en la Argentina, sobre todo en los horarios más competitivos, no trabaja contra estas formas de prostitución sino más bien... a favor.

En este sentido, Robert Peters, presidente de Morality in Media, explicó en una reciente conferencia las consecuencias ignoradas de la pornografía, el costo social que ésta genera; y cómo la adicción a este mal se convierte en un serio problema para quien la sufre.

En una reciente conferencia titulada "Los costos sociales de la pornografía", dictada en el Kings College de Nueva York, Peters comienza relatando su propia experiencia y cómo desde pequeño tuvo acceso a la pornografía porque su padre tenía tres cajas con revistas de este tipo y que incluso llego a escribir sus propios relatos pornográficos" con lo que se muestra "lo fuerte que puede ser el lazo de la pornografía en la vida de un niño, un adolescente o un joven adulto".

Peters cuenta luego que en el segundo año de derecho se encontraba "fumando como una locomotora, tomando como un pez y yendo a Time Square regularmente para comprar revistas pornográficas. Me tomó un año dejar de tomar, dos años dejar de fumar y siete años dejar de ir a Times Square. Este es otro indicativo de lo adictiva que puede ser la pornografía".

Al hablar luego de los costos sociales de la industria pornográfica, Peters comienza describiendo el drama de las mujeres que participan en ella. Desde que empezó a investigar, explica, "he visto muchas fuentes que indican que la mayoría sufrieron abuso sexual o fueron muy maltratadas cuando niñas". Citando luego un estudio sobre este trágico tema, el abogado señala que muchas llegan "desencantadas, con sus cuerpos y con su sexualidad venida a menos a causa de un abusador".

Dado además que la pornografía se produce mayoritariamente para hombres y que cuando estos se vuelven adictos buscan cosas "más duras, explícitas, desviadas" estas mujeres son pagadas "para que den la impresión de disfrutar la degradación y la violencia, cuando la realidad es muy distinta. Algunas consumen drogas para paliar el dolor o adormecer su sensibilidad".

Ese no es el único problema, precisa Peters, ya que "muchas de estas mujeres contraen una o más enfermedades de transmisión sexual (ETS), y para todas, hay un permanente registro de la degradación. Creo que el tráfico sexual es parte de la explicación de porqué hay tanto pornografía dura disponible en Internet". "No todas estas mujeres son pagadas. Algunas (tal vez muchas) son forzadas. Y cuando los adolescentes y los adultos buscan este abominable material, ayudamos a crear el mercado que asegura que se hará más de esto", añade.

El abogado Peters describe algunos de los daños que la pornografía causa a los niños y precisa que "muchos hombres que son adictos a ella la vieron por primera vez siendo niños. La exposición a la pornografía puede llevar a la adicción que le roba a los niños la oportunidad de desarrollarse de manera saludable psicológica, moral y espiritualmente". Según recientes estudios, añade, con Internet "los niños están expuestos a la pornografía cada vez a más temprana edad".

En el caso del matrimonio, otro especial ámbito duramente golpeado por este mal, suele "ser el esposo quien es adicto a la pornografía. Esta adicción puede afectar negativamente (destruir) el matrimonio de muchas maneras: el esposo puede perder el interés sexual en su esposa, o actuar sus fantasías alimentadas por la pornografía con su cónyuge, o en vez de ella con una prostituta. Puede gastar decenas de miles de dólares alimentando su adicción. Incluso si la adicción no destruye el matrimonio, puede causarle al cónyuge inocente mucho dolor", indica Peters.

Al comentar luego que la adicción a la pornografía también aleja a los varones del matrimonio, porque "muchos jóvenes adultos prefieren la masturbación delante de una computadora en vez de pasar tiempo con una mujer", el abogado advierte, citando numerosos estudios, que la pornografía también genera futuros agresores sexuales de diversa índole a raíz de la degeneración producida en la persona.

Tras exponer brevemente cómo el crimen organizado domina la industria pornográfica, Peters señala que "habiendo vivido y trabajado en la ciudad de Nueva York por más de 35 años, entiendo totalmente que la actual 'explosión de obscenidad' no es el único problema que nuestra nación enfrenta. Pero sí es un problema que está causando un daño inmenso a los matrimonios y a los niños y que está relacionado a la difusión de las enfermedades de transmisión sexual, incluyendo el SIDA, a la explotación sexual de menores, a los abusos sexuales y la violación, al acoso sexual en el trabajo, y al tráfico sexual".

"Como un cáncer, la pornografía no mata rápidamente, pero eventualmente mata", concluye.


[Fuente: Aciprensa / Propias]

 
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